viernes, 17 de abril de 2015

Rosquillos

Recuerdo los rosquillos que hacía mi madre cuando era pequeña. Usaba la receta de un libro clásico en las casa de la época, el libro de cocina de la Sección Femenina. Muchos años después lo encontré en una feria del libro y me lo compré. Aunque ahora no suelo usarlo, mucho tiene bastante valor para mí: fue el primer libro de cocina que me leí de cabo a rabo, y de ahí salieron mis primeros intentos en la cocina. Pues en ese libro es muy habitual eso de 'harina, la que admita', y eso es lo que pasa con esta receta siempre, en muchas de las recetas que encuentro. En esta ocasión he intentado medir la harina que uso, porque efectivamente, 'la masa admitía más y más harina'. Aunque yo no lo he hecho, una vez fritos, antes de pasarlos por azúcar y canela, podéis mojarlos en un almíbar: pienso probarlo la próxima vez... ¡porque habrá una próxima vez!



Ingredientes


1 huevo
7 cucharadas de leche
7 cucharadas de azúcar
7 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
300 gr de harina de repostería
Piel de medio limón
1/2 cucharadita de bicarbonato o levadura en polvo
Azúcar y canela molidas para rebozar los rosquillos tras fritos
Aceite de girasol para freirlos



Tostad la piel del limón en el aceite de oliva, retirad la piel de limón y dejad enfriar.

Mezclad todos los ingredientes y poned a calentar el aceite de girasol a fuego medio (no muy alto, porque se quemarían por fuera y se quedarían crudos por dentro).

Con las manos bien impregnadas en aceite (porque la masa es muy pegajosa) coged una cantidad de masa del tamaño de una nuez, hacedles un agujero en el centro y freid los rosquillos.

Escurridlos sobre papel de cocina y pasadlos por una mezcla de azúcar y canela (o mojadlos en almíbar antes de rebozarlos, yo lo voy a probar).

Perfecto para una merienda con sabor a niñez.

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